Comentario sobre el gran campeón mundial de ajedrez.
Por: Franz Aguilera
¡Jugada maestra chico! Esta frase debía serte muy familiar amigo Capablanca. A todos nos sorprendiste con ese don tan innato de jugar ajedrez, por eso no tardaste en ser el campeón de la isla, del mundo.
Mientras en Cuba, muchos se dedicaban a la lectura, revolución y fumar habanos, tu solo le dedicabas tiempo a construir tu jugada maestra, tan esperada, la jugada perfecta.
Tú no convivías con los mortales, sino con el tablero de ajedrez, con sus contrastes de blanco y negro, como la vida. Eras un personaje de la realeza, tus amigos eran reyes, caballos, torres y peones, te defendían del fracaso y te llevaban a la gloria ¿Grandes amigos no Capablanca? Casi nunca te fallaron.
En Manhattan, cuando hiciste un último intento en hacer tu jugada maestra, te diste cuenta que no estabas preparado para enfrentarte a tu peor rival, la muerte. No pudiste Capablanca ¿Quién puede? Tal vez por eso, cuando a lo lejos pude ver el tablero de ajedrez, estaba vacío, todo negro, oscuro, de luto, sin rey ni reyna, sin torres, sin peones, sin alfiles ni caballos, todos ausentes, quizás todos te estaban llorando en tu funeral.
(Escrito el 12 Oct. 2006)
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