lunes, 16 de abril de 2007

Cuento: La llamada (Parte 2)

La Llamada (Parte 2)





Por: Fran Morell
Adaptación para radio: Franz Aguilera


Continuación...

RAFA: (adormilado) Bien, ya acabamos. Pucha, ya era hora. Es tarde… (Pausa) ¿Laura vamos a tomar algo?
LAURA: (coqueta) Claro vamos, ¿Y tú, Lolo, no vienes?
RAFA: (burlón) No, no. Lolo es mejor que te quedes, alguien tiene que hacer esas fotocopias.

NARRADOR: Lolo quedó destrozado. Laura y Rafa salieron… pasaban los minutos y el corazón de Lolo palpitaba más rápido de lo normal… sentía odio por Rafa al imaginar que tan bien la estaban pasando. De pronto el timbre del teléfono lo distrajo de sus pensamientos. Cogió el auricular:

LOLO: Aló
DIABLO: Lolo, ¿qué darías para que se cumpliera tu deseo? (voz gruesa, de fondo voces, gritos, bulla confusa)
LOLO: (asustado) ¿Quién es?
DIABLO: Dime, qué me ofreces para cumplir tu deseo… ¿Darías, tal vez, tu alma, Lolo?
LOLO: (Dudoso) Ehm... sí... ¡claro!… (Decidido) Pues sí señor, doy mi alma para que ese cabrón de Rafa desaparezca.

(Colgada de teléfono)

LOLO: Seguro debe ser el tarado de Rafa que esta jodiendo, pobre infeliz.
Sonido de reloj
LOLO: Ya es tarde, tal vez pueda llegar al bar y encontrar a los dos… Que fuerte ese olor (tose)

Sonido de puerta que sale.

NARRADOR: Lolo llegó al café esperando hallar a Laura, pero no los encontró, entonces se acercó a un camarero y le preguntó:

LOLO: Hola Pepo, ¿has visto a Laura?
PEPO: Sí. Rafa y ella salieron hace un rato. Qué buena pareja hacen, ¿verdad?
LOLO: Seguro……… par de traidores (molesto)

NARRADOR: Al día siguiente muy temprano, Lolo fue a su clase de la universidad como todos los dias. De pronto supo que algo malo pasaba cuando vio a su amigo Juan, estaba llorando.


LOLO: Juan, ¿qué te pasa?
JUAN: (sollozando) ¿Qué Lolo no te has enterado?
LOLO: No; ¿de qué? ¿Has tenido algún problema?
JUAN: (sollozando) Rafa ha muerto.
LOLO: ¿Cómo? (Sorprendido)

(Se escuchan pasos de mujer)

JUAN: Hola Laura
LOLO: Laura, qué pasó…
LAURA: Acaban de llamar del hospital. (Llorando) Ha sido esta misma mañana, a las ocho, cuando estaba yendo a la panadería. Un coche lo atropelló y se dió la fuga.
LOLO: Dios mío. No se que decir. (Sorprendido)

Narrador: Lolo estaba con mucho miedo. De pronto sintió que el mundo se le caía. De algún modo, sentía que era el culpable y que todos lo miraban como si lo fuera. Todo aquello del número del diablo se le vino a la cabeza. Intentó pensar si de algún modo había sido responsable de la muerte de Rafa… Qué tontería. Era un absurdo, de repente sintió una mirada acusadora

LAURA: Lolo… ¿acaso no tienes un Fiat rojo?
LOLO: Sí, porqué....
LAURA: Te pregunto porque a Rafa le atropelló un Fiat rojo, según la policía la matrícula es (dudando) SIH-795.
LOLO: (alterado) ¿Qué quieres decir? Hay miles de carros como ese. ¿Es que crees que yo...?
LAURA: No, por supuesto. Sólo era una observación.
LOLO: No me causa gracia, Laura. ¿Cómo iba yo a...? ¿Y por qué?

JUAN: Es cierto, Laura. Es mejor no entrar en cosas como esas ahora mismo. Lo que haya que decir, díselo a la Policía.
LOLO: ¿La Policía? ¿A que te refieres Juan? ¿Hubo testigos?
LAURA: Sí. Estaba yo (segura)
LOLO: ¿Y qué hacías tú con Rafa a las ocho de la mañana...?
LAURA: Eso no te importa Lolo. (Molesta)

Sonido de que Laura se va.

LOLO: Mierda. Estupendo. Y ahora esto.………..Laura es una idiota


Continuará...

viernes, 13 de abril de 2007

Cuento: La llamada (Parte 1)

La Llamada (Parte 1)



Por: Fran Morell
Adaptación para radio: Franz Aguilera



NARRADOR: Lolo, junto a dos compañeros de clase, hacían un trabajo universitario en su casa. Lolo, desde hace un tiempo estaba perdidamente enamorado de Laura, pero por su timidez, no se atrevía a decírselo.


LAURA: ¿Lolo, Rafa, han visto ese comercial de la tele?
RAFA: ¿El del teléfono?
LAURA: Si Rafa ese…
LOLO: Bueno, bueno, vamos a dejarnos de teléfonos. Ocupémonos de lo nuestro que hay mucho por hacer. Los finales están por llegar (voz seria)
LAURA: Ay Lolo, no molestes, me refiero al del 666. El teléfono del diablo, ya sabes. "906-666-666, te atreves a llamar". ¿Rafa, alguna vez has llamado?
RAFA: No, yo no. ¿Tú sí?
LAURA: No, yo tampoco. Pero podríamos llamar ahora, para probar. ¿Qué les parece?

LOLO: Vamos muchachos, tenemos todavía mucho trabajo por hacer. No nos distraigamos más, sino tendré que quedarme toda la noche, como siempre, pasando todo el trabajo a la computadora, imprimiendo, y haciendo copias para todo el mundo ¿Por qué no aprovechamos mejor el tiempo?
LAURA: Ay qué aburrido eres, ya pues, ¿Quién llama? mmm ¿Tú, Lolo?
RAFA: Llamo yo.
LAURA: Chévere Rafa, toma, llama.
LOLO: ¿Sabes cuánto cuesta eso? ¿Alguien tiene idea del tiempo que llevamos aquí? (molesto)
RAFA: ¡Ya! Espera (sonido marcar teléfono)…, dice...
DIABLO: "Bienvenido al número del diablo, pulse el 1 si quiere conocer el horóscopo de Capricornio, pulse el 2 si quiere conocer el horóscopo de Acuario, pulse el 3 si quiere conocer el horóscopo de Aries...".
RAFA: (interrumpiendo) ¡Ja! ¡Esto es una estafa! ¡Es un número de esos que te dan el horóscopo!
LAURA: ¿Y qué esperabas Rafa?
LOLO: Qué decepción. Nadie se lo esperaba (sarcástico). Y ahora, ¿podemos seguir con lo nuestro...?

LAURA: Lolo, no fastidies. Déjame a mí. Ya que estamos en esto…., a ver… pásame el fono (marca teléfono)
LAURA: Es mi horóscopo (emocionada)
DIABLO: "Los Capricornio podrán disfrutar hoy de los placeres de la vida. Preocúpese por su sistema digestivo... Tal vez un amigo le prepara una sorpresa...".
LAURA: ¡Qué emoción!, dice que tendré una sorpresa.................

Silencio

LAURA: ¿Cómo?... ¿Se acabó? (molesta)… ¿Pero, a qué sorpresa se refiere? ¡Ja, ja! (risa irónica) ¡Ah, no, espera!
DIABLO: "Por favor, pulse...".
LAURA: Ahhh, no!!!! Nada!!!!!, es el mismo mensaje que al principio... parece que lo repiten (fastidiada)
RAFA: Ya Laura, ahora déjame oír a mí... mmm… (Marca numero) Me dice que hoy le puedo dar una sorpresa a una amiga...
LAURA: ¿Qué? ¿De verdad Rafa? (asombrada)… ¡Ya pues! ¡Me tomas el pelo! ¿Qué te ha dicho,… en serio?
RAFA: Nada, es un secreto. Sólo me interesa a mí. (Se pone interesante)
LAURA: Ay Rafa, ¡No vale! ¡Mira como yo te lo he contado!
LOLO: (enfadado) Bueno, pues entonces, vamos a seguir. Estábamos con los números de las encuestas, ¿verdad...?
LAURA: Ah, no, no, no te hagas el loco Lolo. Ahora te toca a ti.
RAFA: Es verdad compadre. Te toca a ti.
LOLO: (fastidiado) ¿Cómo que me toca? Si han llamado ustedes dos, ya está. Vamos a dejarlo, por favor.
LAURA: Dale Lolo, ¿cuál es tu signo?
LOLO: (dudoso) Virgo.
LAURA: Ya.. (Sonido de marcar)… ok, es el 9. Escucha…

NARRADOR: Una voz femenina muy seductora decía al otro lado:

VOZ FEMENINA: Espere mientras se establece la conexión, por favor...

LAURA: ¿Y, qué dice?
LOLO: Nada, por ahora sólo dice que espere...

NARRADOR: Laura esperaba impaciente que Lolo le contara algo… Mientras tanto, Lolo, fastidiado esperaba alguna respuesta al otro lado del teléfono. De repente se escuchó una voz, que no parecía de este mundo:

DIABLO: Bienvenido a su conexión con el príncipe del infierno. Por favor, exprese su deseo AHORA. (Ahora suena fuerte y tenebroso)

RAFA: Lolo, ¿Qué dice? Seguro que además de aburrido dice que eres un cabrón para estas cosas (burlón)

Risas

NARRADOR: Lolo permanecía callado mientras odiaba a Rafa por verlo como se reía con Laura. Sentía celos de él y en ese momento deseo con todas sus fuerzas que Rafa desapareciera y que Laura se fijara en él.

Al otro lado del teléfono, de pronto, alguien dijo:
DIABLO: Su deseo ha sido tenido en cuenta. Gracias por llamar al número del diablo.

Sonido de colgada de teléfono.

RAFA: Ya pues Lolo… ¿Entonces...?
LOLO: (nervioso) Nada, se ha cortado.
RAFA: ¿Pero qué te ha dicho?
LOLO: (molesto, alzando la voz) Nada, ya te dije que se ha cortado. No dijeron nada.
RAFA: Se ha asustado jajaja. Mira Laura, Lolo es un cobarde jajaja (risas)


Continuará...

viernes, 6 de abril de 2007

Cuento: Noche de gatos

NOCHE DE GATOS




Por: Franz Aguilera



Algunos dicen que la creatividad, así como el destino, no se busca, se encuentra. Fue el caso de Gabriel, un joven escritor de regular éxito, quien decidió alquilar el segundo piso de una vieja mansión, lejos de la capital, para buscar su inspiración lejos de los ruidos urbanos.

Los escasos vecinos que habitaban por el lugar, comentaban que esa propiedad encerraba un misterio. Había pertenecido a una extraña y solitaria mujer fallecida recientemente por consecuencias inciertas. Se la conocía por su debilidad con los gatos, incluso durante sus últimos días, estuvo encerrada con sus mas de treinta pequeños y bigotudos felinos, quienes ante su ausencia fueron desapareciendo uno por uno. El cuerpo de la dama nunca pudo ser encontrado.

"Le gustaba escribir así, ebrio..."

Los residentes de la zona, tenían cierto temor cuando veían o escuchaban algún minino en las noches, eran bastante supersticiosos. Los maullidos no eran bienvenidos.


Los últimos tiempos no habían sido buenos, Gabriel en ocasiones se ponía bastante irritable, tal vez por el exceso del café, quizás demasiada soledad. No podía controlarlo. Se había convertido en un escritor nocturno, le iba mejor así. Durante el día mayormente paseaba por los alrededores o iba a leer por ahí. Ya no se juntaba muy seguido con sus amigos bohemios, prefería emborracharse solo. Le gustaba escribir así, ebrio, según decía, era la forma que lograba escuchar los gritos de su espejo interior y transcribirlos al papel.


Una noche sin luna, el joven escritor fumaba un cigarrillo frente a la pantalla del computador. Estaba tranquilo, relajado. La suave brisa nocturna golpeaba su rostro. Mientras esperaba la llegada de su inspiración, una infinita oscuridad asomaba por la ventana. Cuando  se disponía a escribir, tres maullidos fuertes, secos, seguidos, insoportables. ¡Calla mierda! Gabriel se irritó y no pudo contener el grito. Los tres chillidos le recordaron su cita con el psiquiatra, no podía seguir postergándolo. Trató de concentrarse nuevamente y colocó los dedos en el teclado. Odiaba los gatos. Respiró profundamente varias veces y trato de teclear nuevamente cuando de pronto, otra vez los maullidos. Luego el silencio. Una gota de sudor rodaba por la frente del escritor. Sentía frío. Los pies helados. No había mas cigarrillos, tampoco café. ¿Podría con su soledad? Tenia que afeitarse. Maldito gato. ¿Donde consigo un trago? Extrañaba el calor de un buen pisco, la garganta se lo pedía con urgencia. 

Maullidos nuevamente.


Obedeciendo su instinto, rápidamente se puso de pie, tumbó la silla, cogió su pisapapeles y lo arrojó con todas sus fuerzas en dirección del odioso sonido. El silencio aseguró su éxito. Un viento gélido penetró en la habitación. Los papeles volaron por todas partes. Frente a la ventana, Gabriel reía fuertemente, tenía los ojos sin órbita. Sus manos heladas cogían con fuerza su cabeza, apretándola, sentía un dolor infinito en la sien. La calle estaba mas vacía que nunca. Pasaron los minutos, las horas, también el sueño. El reloj de pared marcaba las cinco de la mañana. El sol no tardaba en salir.


A la mañana siguiente, Gabriel salio en busca de su pisapapeles. Exploró por los alrededores sin encontrarlo, tampoco al día siguiente ni en los que vinieron.


"De pronto quedó paralizado mirando una enorme vitrina."

Paso el tiempo y el éxito lo acompaño durante los siguientes cinco años. Gabriel era editor de un diario muy respetable, gozaba de popularidad en el mundo de la literatura y ya no vivía en una casa alquilada, radicaba en París. Ya no era tan huraño, incluso visitaba con frecuencia a una bella psiquiatra. Su vida era feliz.


Una tarde de un domingo cualquiera, el joven escritor paseaba por las calles parisinas y sin darse cuenta, llegó a una avenida donde ofrecían antigüedades. De pronto quedó paralizado mirando una enorme vitrina. Era imposible. Ahí estaba su pisapapel. Incrédulo,  miró una y otra vez. Tenia que ser ese, no habían dudas, aun permanecían las iniciales de su nombre. Aunque no recordaba porque tenia esas manchas rojas.

Decidió entrar al establecimiento. El acceso era angosto, sucio. En la pared había un cuadro antiguo, la imagen era indefinida. Trazos humanos, siluetas animales, parecía una mujer rodeada de gatos. Siguió avanzando con cuidado, hasta toparse con un mueble viejo. Un hombre barbudo lo observaba. Era flaco, demacrado, fumaba una pipa. Tenía ojos pequeños, rojos, delatores, reflejaban odio. Gabriel tuvo miedo, quiso irse. Ya era tarde. Lo último que logró escuchar fue: Te estaba esperando... maldito asesino.